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miércoles, 29 de febrero de 2012

Excusatio non petita, accusatio manifesta


Esta frase era una de tantas que mi padre nos repetía en latín cuando éramos críos, traducida a román paladino “explicaciones no pedidas, culpita manifiesta”.
Evidentemente, la primera reacción es dar explicaciones para subsanar de la mejor manera posible el error cometido.

Como anécdota, aquel crio pequeño que rompió la lámpara del salón con la pelota, al ser consciente del desastre provocado y del posible enfado de sus papás, a toda prisa les dijo: Se ha roto la lámpara del salón y yo no he sido, ha sido la pelota quien la rompió.
Al fin y al cabo, las explicaciones no dejan de ser verdades a medias y  delatan la culpa por mucho que queramos esconderla o adornarla.
Preferible es decir verdades completas a tener comportamientos adolescentes.
Un adolescente austriaco si tenía que dar alguna explicación utilizaba la única frase que sabía en castellano: ¡Mamá hay una rana en la bañera!
¡La  cantidad de ranas que habré escuchado y dicho en este tiempo!
Reconozco que “las ranas” más divertidas, patéticas, ocurrentes etc., han sido las que he recibido, otro día contaré la más patética y divertida a la vez.

 ¡Buen puente!


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